Patologías oculares
El estrabismo consiste en la pérdida del paralelismo de los ejes visuales. Es decir, un ojo está desviado respecto al otro.
Podemos clasificar el estrabismo según la dirección de desplazamiento del ojo afectado:
Estrabismo convergente si el ojo se desvía hacia dentro.
Estrabismo divergente si el ojo se desvía hacia fuera.
Estrabismo vertical si el ojo se desvía hacia arriba o abajo.
La Ambliopía se trata con oclusiones del ojo dominante, es decir “parches sobre el ojo bueno”, para forzar así el desarrollo de visión del ojo desviado.
Los parches deben ir siempre pegados sobre la piel, y el ritmo de oclusiones dependerá de la edad del niño y de la diferencia de visión entre ambos ojos. Esto no disminuye la desviación estética (salvo en casos particulares de estrabismo divergente), sino que se utiliza para la corrección visual.
La corrección de la desviación puede hacerse mediante inyección de toxina botulínica o mediante cirugía. Utilizar una u otra técnica va a depender, principalmente, de la edad, de la cantidad de desviación y de la asociación de un componente vertical. Utilizaremos, en general, toxina botulínica en estrabismos convergentes, por debajo de los 4 años, con desviaciones no muy grandes y sin componente vertical asociado. En el resto de los casos, la opción será la cirugía.
Es frecuente que los estrabismos convergentes se asocien con hipermetropía. Por tanto, lo primero que habrá que hacer en un niño con estrabismo infantil, es graduarlo para saber si es hipermétrope. Si confirmamos la existencia de hipermetropía, habrá que mandarle gafas y ver si el uso de la gafa modifica esta desviación.
Si el niño, con las gafas puestas, no tuerce el ojo, no debe ser operado. Este caso en el que el estrabismo depende totalmente de la hipermetropía, se denomina estrabismo acomodativo y su tratamiento es el uso de las gafas.
Esto a veces es difícil de entender por los padres ya que, cuando el niño se quita sus gafas, sigue torciendo el ojo. Sin embargo, la hipermetropía tenderá a disminuir con la edad, y si llega a desaparecer, el niño podrá estar sin gafas. Si estos niños son operados, tienen más tendencia a desarrollar un estrabismo divergente secundario con la edad. En resumen, si sospechamos que nuestro hijo tuerce un ojo, debemos acudir a un especialista para una exploración. Si se confirma la existencia de estrabismo, hay que valorar la asociación de:
Ambliopía (ojo vago). Si hay ojo vago, habrá que tratar con parches.
Hipermetropía. Si el niño es hipermétrope, se le mandarán gafas.
Una vez tratado con gafas y parches, si fuera necesario, y si el niño tuerce el ojo incluso con las gafas puestas, se procederá a la corrección estética, mediante tóxina botulínica o cirugía. El más frecuente es el estrabismo convergente, que a veces puede asociarse con alteraciones verticales.
El estrabismo tiene dos consecuencias: una estética y otra visual (esta última es mucho más importante). En el estrabismo infantil, la principal alteración visual provocada por el estrabismo es la AMBLIOPIA, o lo que todos conocemos como OJO VAGO. El ojo desviado no está fijando los objetos en la zona central de la retina y, por tanto, no desarrolla su potencial visual.
Si no realizamos el tratamiento adecuado durante la llamada época de plasticidad cerebral (hasta los 7 años aproximadamente), la disminución de visión en ese ojo será permanente e irreversible. De hecho, la causa más frecuente de pérdida visual unilateral en niños y jóvenes es la ambliopía.
El problema estético debe tratarse una vez solucionado el problema visual, ya que la corrección estética no tiene un plazo para llevarse a cabo, incluso puede realizarse en edad adulta.
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